El problema del hombre en Aristóteles

El milagro de Ana Sullivan -película estadounidense dirigida por Arthur Penn y estrenada en el año 1962- nos cuenta la historia -basada en hechos reales- de Helen Keller, una niña de siete años ciega, sorda y muda debido a una enfermedad contraída tras nacer.

La trama se centra en la relación que se establece entre Helen y Ana Sullivan, una profesora que es contratada por los padres para que intente enseñar y educar a la pequeña.

La situación, cuando entra en escena Ana, es límite. Los padres no han sabido educar a su hija y esta se ha convertido en un ser sin sujeción, violento y peligroso para los que conviven con ella. 

Contextualicemos lo afirmado visionando una escena de la película en la que Helen se comportara como tiene acostumbrado y Ana Sullivan no lo permitirá.

Helen y Ana: Escena del comedor

Relacionemos la cuestión con la propuesta antropológica de Aristóteles. 

Solo el ser humano posee la facultad intelectiva. Por este motivo, el ejercicio de una vida intelectiva, es decir, vivir conforme a la razón, será para el ser humano el bien supremo. El sabio aparecerá como el prototipo de hombre feliz, pues su vida se dedicará a la vida intelectual. Según Aristóteles, la felicidad reside en el saber y no en la búsqueda afanosa de placeres.

¿Qué diría Aristóteles de esa Helen inicial que hemos descrito? El ser humano, ¿deja de ser humano, por carecer de alguna facultad?

Visionemos, ahora, la escena final de la película en el que se nos muestra el desenlace del trabajo realizado por Ana con Helen.

Desenlace final: Escena

Tras las enseñanzas de su profesora, Helen experimenta, por primera vez, su capacidad de intelección. Se reconoce como ser humano al modo aristotélico. ¿Por qué se produce ese reconocimiento?